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INFECCIÓN VIRUS DEL PAPILOMA HUMANO

El virus del papiloma humano es un virus que puede infectar la piel y las mucosas. Actualmente se han identificado más de 200 tipos diferentes, de los cuales unos 40 son capaces de infectar la mucosa genital y anal de ambos sexos.

Los virus del papiloma humano que son capaces de infectar las mucosas pueden dividirse en función de su riesgo, es decir:

  • - Virus de alto riesgo u oncogénicos: son aquellos que son capaces de desarrollar lesiones precursoras del cáncer y cáncer. Dentro de este grupo destacamos los tipos 16 y 18 por ser los responsables del 70% de los cánceres de cuello de útero.

  • - Virus de bajo riesgo: son aquellos que no están relacionados con el cáncer, producen lesiones benignas, tales como verrugas genitales o condilomas. Son característicos de este grupo los tipos 6 y 11. 

El virus del papiloma humano se transmite mediante el contacto de la piel o mucosas, siendo la principal vía de transmisión la vía sexual (penetración vaginal y/o anal). La vía menos frecuente por contacto piel con piel de la zona genital y por el sexo oral. Cualquier persona sexualmente activa que tenga contacto genital (incluso sin penetración) con otra persona infectada por el virus del papiloma humano puede contagiarse.

La mayor probabilidad de contagio se da en los primeros años de vida sexual.

Tras la adquisición del virus del papiloma humano, éste puede permanecer inactivo durante un tiempo prolongado. Por lo que la detección del virus puede evidenciarse años después de la transmisión. Una vez se detecta, no es posible determinar cuándo se adquirió la infección ni quién la transmitió.

La mayoría de las mujeres con una infección por el virus del papiloma humano tienen el virus silente durante meses o años hasta que las defensas del organismo consiguen eliminarlo. De manera que, la mayoría de las mujeres tienen una infección transitoria que no supone riesgo alguno en las que el virus del papiloma humano acaba eliminándose totalmente. Estas infecciones suelen pasar desapercibidas.

Pero en un pequeño porcentaje de casos, la infección por el virus del papiloma humano persiste a lo largo del tiempo sin que las defensas consigan hacerle frente y eliminarla. La persistencia en el tiempo constituye un factor de riesgo principal para el desarrollo de lesiones premalignas. Tales lesiones premalignas pueden evolucionar con el tiempo a un cáncer.

Los factores que contribuyen a que la infección sea persistente son diversos y entre ellos destacamos los siguientes: el tipo de virus del papiloma humano, el tabaquismo, alteraciones en las defensas del organismo o sistema inmune (inmunodepresión), elevado número de embarazos, así como la toma prolongada de anticonceptivos hormonales.

Es importante comentar que el área genital con mayor riesgo para que se produzca una infección persistente por el virus del papiloma humano es el cuello del útero o cérvix.

La razón por la que existe un mayor riesgo en el cérvix uterino es la existencia de una zona anatómica especialmente sensible a la infección por el virus del papiloma humano. Dicha área anatómica es la denominada zona de trasformación epitelial o área donde se unen el epitelio escamoso (aquél que recubre la parte externa del cuello) y el glandular (aquél que recubre el canal y cuyas células fabrican el moco cervical).

Otros epitelios de área ano-genital, como vagina, vulva, ano y pene, o extragenital, como orofaringe, laringe y esófago, son menos susceptibles. Pero también pueden sufrir la aparición de lesiones premalignas-malignas.

En cuanto a las lesiones premalignas, éstas preceden a la aparición del cáncer y se denominan SIL (lesión escamosa intraepitelial) y CIN (neoplasia cervical intraepitelial). Se clasifican según su grado de alteración en dos grupos. Así tenemos, por un lado, las de bajo grado (LSIL/CIN1) que se resuelven de forma espontánea en la mayoría de los casos sin necesidad de aplicar ningún tratamiento. Por otro lado, encontramos las lesiones de alto grado (HSIL/CIN2-3) que se caracterizan por ser lesiones persistentes, con baja probabilidad de resolución espontánea y con un riesgo significativo de transformación maligna.

A modo de conclusión, el cáncer de cuello de útero es una complicación grave, pero extremadamente infrecuente, de un fenómeno relativamente común (la infección por el virus del papiloma humano).

Otro aspecto importante que debemos considerar en la infección por el virus del papiloma humano es que es asintomática. Por ello, la forma de detectarla se basa en el análisis de una muestra del cuello uterino. Ésta nos permitirá detectar la presencia del virus (prueba del virus del papiloma humano), detectar mínimas alteraciones celulares indicativas de que existe infección en ese momento o alteraciones celulares importantes que puedan sugerir la presencia de lesiones premalignas (citología cervical).

La citología cervical es una prueba sencilla e indolora que no requiere ningún tipo de preparación y que consiste en tomar una muestra de las células que recubren el cuello del útero mediante una espátula o un cepillo. Posteriormente son analizadas al microscopio.

En cambio, la prueba del virus del papiloma humano está basada en la detección del virus. Pero esta prueba no sólo nos informa de si hay infección o no, también puede determinar el tipo específico de virus responsable de la infección.

Tanto la citología como la prueba del virus del papiloma humano se utilizan en los programas de prevención del cáncer de cuello de útero. La citología se ha utilizado clásicamente en mujeres a partir de los años repitiendo la prueba cada tres años. A diferencia de la citología, la prueba del virus del papiloma humano es más sensible, es decir, mayor capacidad de detección y, al mismo tiempo, permite alargar con seguridad el intervalo entre pruebas hasta años. La prueba del virus del papiloma humano únicamente debe realizarse a partir de los 30 años. 

Un resultado anormal de la citología (SIL/CIN) o una prueba del virus del papiloma humano positiva para virus de alto riesgo significa que la mujer puede ser portadora de una lesión premaligna del cuello de útero. Por lo que se deberá realizar un estudio más detallado que permita confirmar el resultado. En cambio si no tiene infección del virus del papiloma humano y la citología es negativa, el riesgo de tener lesiones premalignas es prácticamente nulo y sería suficiente con seguir con los controles rutinarios.

Los estudios de los que se dispone para aquellas mujeres que han obtenido un resultado anormal en la citología o en la prueba del virus del papiloma humano son:

  • - Colposcopia: consiste en explorar el cuello del útero haciendo uso de una lente a bajo aumento llamada colposcopio. Este estudio nos permite examinar el cuello del útero con mayor precisión. Tras aplicar una serie de líquidos, las lesiones premalignas del epitelio se hacen visibles. De manera que se puede observar su tamaño y localización exacta. Dicha prueba no suele producir molestias adicionales a las que pueda producir la toma de la citología.

  • - Biopsia del cuello del útero: será la que determine el diagnóstico definitivo de una lesión premaligna del cuello del útero. La biopsia se realizará del área anormal. Para ello el ginecólogo hará uso de unas pinzas especiales que le permitirán obtener un pequeño fragmento de tejido. Este tipo de procedimiento suele realizarse sin ningún tipo de anestesia y en la mayoría de los casos la molestia es escasa y tolerable.

Actualmente no existe tratamiento médico específico para la infección del virus del papiloma humano. La infección deberá ser eliminada por el sistema inmune de cada mujer, desapareciendo la mayoría de ellas sin causar ningún problema.

Aunque si existen varios tipos de tratamiento que permiten destruir o extirpar las lesiones producidas por el virus, siendo todos ellos igual de efectivos. Estos son:

  • - Extirpación de la lesión: el área anormal es extirpada cortando un fragmento de tejido del cuello del útero en forma de cono (conización cervical). Se utiliza un procedimiento electroquirúrgico.

  • - Destrucción de la lesión: se trata de destruir el tejido afectado. Dicha destrucción puede realizarse mediante congelación o vaporización.

Tanto la extirpación como la destrucción de las lesiones se consideran tratamientos conservadores. De manera que permiten que el cuello del útero, tras su curación, se regenere en gran medida sin repercusión sobre la salud reproductiva de la mujer y por consiguiente en su capacidad para quedarse embarazada. Solamente repercutirán sobre esta función cuando los tratamientos son empleados sobre un área amplia o cuando se repiten porque reaparece la lesión.

Para prevenir la infección por el virus del papiloma humano disponemos de dos vías. La primera de ellas consiste en la administración de la vacuna frente al virus del papiloma humano. Las vacunas protegen de forma muy eficaz frente a los principales tipos del virus del papiloma humano que causan enfermedades y son seguras.

Todas las vacunas comercializadas incluyen los tipos del virus del papiloma humano 16 y 18, recordemos que son los causantes del 70% de los canceres de cuello de útero y una proporción significativa de los cánceres de vulva, vagina, ano y orofaringe.

La vacuna previene de la infección pero no afecta a la eliminación del virus existente en el momento de la vacunación. A pesar de ello, la vacuna puede ser útil en mujeres que han tenido relaciones o han estado expuestas al virus del papiloma humano ya que, a diferencia de lo que sucede con otras infecciones, el antecedente de una infección previa no protege completamente frente a la adquisición de nuevas infecciones por estos mismos tipos de virus del papiloma humano.

La segunda vía es la utilización del preservativo. Éste protege en gran medida de la infección. Pero se debe tener en cuenta que, incluso con un uso correcto, la protección no es completa debido a que el área protegida por el preservativo es limitada y toda la piel dela región perineal es potencialmente infecciosa. No obstante, la correcta utilización del preservativo he demostrado una reducción significativa en la incidencia tanto de verrugas genitales o condilomas como de lesiones premalignas.

Finalmente, los factores que contribuyen a la eliminación del virus son:

  • - No fumar: el consumo de tabaco disminuye la capacidad del sistema inmune para eliminar la infección por el virus del papiloma humano. El tabaquismo favorece la persistencia de la infección y por tanto incrementa el riesgo de aparición de lesiones premalignas.

  • - Dejar de tomar anticonceptivos orales: diversos estudios encuentran un mayor riesgo de persistencia del virus del papiloma humano, asi como mayoy incidencia de lesiones premaglinas y cáncer de cérvix entre las mujeres que han utilizado durante muchos años anticonceptivos hormonales orales. Este riesgo disminuye tras dejar el tratamiento. Por el contario, el uso del dispositivo intrauterino (DIU) no incrementa dicho riesgo o incluso lo disminuye.

Fuente bibliográfica: Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia.

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